No hay día que pase en que no me sorprenda por la prolija imaginación de los gurús de la moda, diseñadores y estilistas en su carrera por diferenciarse y ofrecer el modelo más original y estrambótico para cautivar a sus empedernidas seguidoras. Quizá es que ese sea su trabajo y su principal virtud, la creación de esa prenda de ropa nueva, diferente, única.
Y a fe que lo consiguen. Para ello no dudan en incorporar a sus creaciones aparte de las mas nobles telas, los más variopintos materiales, que si perlitas, brillantes, cristales, madera, gomas, plumas, pvc, plásticos, metales, lentejuelas, hierros, etc.etc. y esto solo por citar unos ejemplos de entre todos los que seguramente se habrá encontrado el lector en su quehacer diario.
Claro que cuando le pregunto a mi señora, ella está encantada. En los escaparates de tiendas de moda siempre se le van los ojos hacia aquellas prendas que brillan y que tienen ese algo especial, chic como dice ella.
La cosa no tendría mayor transcendecia si no fuera porque al cabo de algún tiempo estas prendas van apareciendo por nuestros establecimientos para que según dicen sus propietarias hagamos un milagrito. Y ahí es cuando el profesional frunce el ceño, se mira detenidamente la prenda y dice para sus adentros, ¿y como narices lavo yo esta prenda? Porque la verdad es que hay algunas que ... tienen tela.