Tintorería, Crisis y Costumbres

{jcomments on}Es de todos conocida, la profunda crisis económica por la que actualmente están atravesando las economías occidentales, y con mayor virulencia la española. También sabemos que sus origenes estriban en la burbuja financiera y el desplome del sector de la construcción.

Por ello a priori, podría pensarse que poco tiene que ver con nuestro sector

Pero las consecuencias del desplome financiero han afectado rapidamente al mercado de trabajo, expandiendose inevitablemente como una mancha de aceite a todos los sectores del consumo domestico, entre ellos el nuestro.

Es en este punto donde nos damos cuenta que nuestras empresas, a pesar de no ser uno de los sectores mas castigados, tampoco se quedan al margen y empiezan a sufrir las consecuencias de la caida del consumo.

¿Pero es acaso esta circustancia, la única que está incidiendo en el descenso de la demanda de servicios a las tintorerías?

A nuestro entender existen dos factores más que influyen en este desceso, la profesionalidad de los tintoreros y las costumbres del consumidor. Evidentemente respecto a cada una de estas causas, las medidas a emprender son distintas y han de verse implicados diferentes actores.

En las líneas siguientes intentaremos plantear y esbozar posibles soluciones a estos supuestos.

 Tintorería y crisis global

El primer y fundamental aspecto que tenemos que entender y tomar en consideración, es que la crisis se plantea en un plano macroeconómico, por ello se la califica como global, y que el nivel de actuación de microempresas como las tintorerías se mueven en un ámbito de actuación microeconómico, en el que sus acciones tienen poca o casi nula capacidad de influencia en el comportamiento del mercado. Por otra parte, es muy difícil convencer al gerente de una empresa, que ante esta situación en que la crisis afecta de lleno a su tintorería, tenga que quedarse parado y no emprender  acción alguna para contrarestar sus efectos.

Obviamnete su respuesta será que algo tiene que hacer, que así no puede seguir. Y de repente, le vienen a su mente toda una batería de medidas que ha oido por ahí, que ha visto en otras tintorerías, o en otro tipo de comercios, que le ha recomendado algún compañero, o quizá su asociación. Medidas que tradicionalmente, aplican ciertos establecimientos, en los meses de invierno, la temporada baja de las tintorerías, y que van encaminadas normalmente a captar el cliente no usuario de la tintorería, o en el mejor de los casos captar clientes de los competidores mas cercanos. Generalmente son medidas cortoplacistas, que buscan un efecto inmediato, casi urgente, y  poco meditadas, además de simples. Entre ellas podemos destacar los típicos buzoneos de barrio, las rebajas, las ofertas de 3x2, los cupones de descuento por cantidad, los vales regalo, los packs familiares, ejecutivos, económicos, etc. etc. etc. En el fondo todas estas medidas esconden una rebaja del precio del servicio, bajo la premisa de que a un menor precio, aumentará el volumen de clientes y de  prendas a tratar, lo que consecuentemente tendría que aumentar nuestra facturación. 

Si bien en un establecimiento de nueva apertura pueden ser beneficiosas, en el sentido en que tentamos a los clientes a que nos conozcan, a que prueben nuestra tintorería, y en el fondo supone una inversión publicitaria de lanzamiento, la cosa cambia radicalmente cuando se trata de un establecimiento consolidado y con años de giro. En estos casos, las consecuencias pueden ser desastrosas, y pueden perder totalmente su eficacia,  simplemente por el hecho de que nuestro competidor mas cercano, quizá por inercia, o quizá por miedo, decida empelar como defensa la misma tactica, encontrandonos en poco tiempo, en que no hemos aumentado una sola prenda, y por el contrario ha descendido nuestra facturación al rebajar el precio del servicio.  Justamente la medida contraria que estabamos buscando.

 Crisis  y  Costumbres

Pero entonces... ¿no podemos hacer nada al respecto?  Claro que se puede, el panorama no es tan desolador. Pero las soluciones hay que abordarlas desde múltiples campos.

Para empezar, la primera acción necesaria, para abordar el problema, consiste en conocer y  analizar  cuales son las causas.

A mi entender, existen 3 razones fundamentales que nos han conducido hasta esta situación:

                  1ª) La Capacitación técnica y profesional de los que ejercemos la profesión.

                  2ª) La historica falta de unidad entre todos los implicados en el sector.

                  3ª) El cambio de hábitos y costumbres de los consumidores.

 

PROFESIONALIDAD

Nunca en un sector como en el de la tintorería, le ha venido como anillo al dedo la conocida frase "cada maestrillo tiene su librillo", y es que nuestro sector esta lleno de maestrillos que adolecen de una solemne falta de profesionalidad. El profesional de la tintorería, si dirige una empresa propia, ha de acreditar unos ciertos conocimientos empresariales para desarrollar una dirección correcta. Pero de lo que no puede carecer, es de un profundo conocimiento de todas las técnicas de la profesión. Sin restar importancia de las dotes administrativas que uno pueda tener, no puedo mas que reafirmarme en el conocido tópico de que "la tintorería, mas que un negocio, es un oficio", y además un oficio, no difícil de aprender, pero sí complicado de aplicar atendiendo a las caracteristicas especiales de los productos que manipulamos.

Y una vez dicho esto, y para no extenderme en demasía, me permitireris que sintetice esta exposición.

En mis ya largos años de actividad en el sector, he conocido multitud de compañeros que hacían gala de una gran profesionalidad, y de la acertada relación calidad-precio que ofrecían en sus establecimientos, ya fuesen baratos o caros. Empresarios que detestaban atender con cortesía a sus pesadas clientas, que pensaban que planchar era cosa de mujeres, que el desmanchado era tedioso,  arriesgado y algo que suprimir, que siempre declinaban asumir responsabilidades en el tratamiento de las prendas a no ser que se tratara de un pantalon gris marengo y de tergal, empresarios que hacían gala de delegar todos los procesos profesionales a su personal formado en cursillos de 2 semanas, en definitiva, empresarios  a los que se les encogían las manos al contacto con el agua, y que eran incapaces de dirigir, orientar y formar adecuadamente a su personal porque ni ellos mismos sabían como han de quedar las prendas ya que para ellos la calidad que ofrecían ya les era suficiente. Estos son los "profesionales" que han herido de muerte al sector.  Por suerte, o por desgracia, quedan pocos de ellos. La inmensa mayoría han ido cerrando sin contemplación.  Pero su herencia se ha hecho palpable en la imagen que los consumidores tienen de las tintorerías.

Solo con una adecuada formación es posible revertir esta tendencia. Si bien historicamente las acciones formativas eran casi inexistentes en nuestro sector, desde hace una década, estas han ido creciendo hasta un notable nivel de la mano de asociaciones, empresas y fundaciones del sector. Ahora solo es necesario que los empresarios y el personal las aprovechen, cosa no tan evidente en cuanto muchos programas formativos no consiguen los niveles mínimos de alumnos para desarrollarlos. Lo que queda claro, es que la falta de acciones formativas, ya no es excusa válida para justificar la precaria profesionalidad de muchos tintoreros.

 

FALTA DE UNIDAD

La unidad de acción, objetivos comunes y cooperación de las empresas componentes de un sector, no es requisito indispensable para que el colectivo se expanda y progrese.  Por el contrario, en sectores con un distanciamineto y una competencia agresiva entre empresas, estas circunstancias,  pueden convertirse en un acicate para su expansión y éxito. Generalmente esto sucede en sectores con gandes empresas o con un gran número de ellas, y  como consecuencia del alto volumen de recursos que generan, lo que les permite acceder a altos niveles de comunicación.

Desgraciadamente, nuestro sector no se encuentra entre los anteriormente citados.  Las empresas de tintorería en España rozan escasamente las 4.000, además de un centenar de empresas proveedoras de productos y servicios especializados a las tintorerías. Si además tenemos en cuenta que más del 90% de esta empresas no supera las 3 personas empleadas en la actividad, nos daremos cuenta de la precariedad de medios y recursos disponibles. Por dicha circunstancia es apremiante una unidad de acción de todo el colectivo.  Y esta unidad, no hay que entenderla en un sentido de compañerismo o camarederia, esta unidad es referida a la consecución y planteamiento de objetivos comunes que beneficien a todas las partes. Este objetivo, no es otro que el aumento significativo del uso de las titnorerías por parte de nuestros potenciales clientes.  Y no siempre todos los actores que intervenimos en el sector han apoyado en igual medida la busqueda de dicho objetivo.

Tintorería y Costumbres

Llegados al apartado final de esta exposición, vamos a ir atando cabos que hemos ido lanzando en los anteriores parrafos.

Somos conscientes de que estamos inmersos en una profunda crisis económica  global.  Que esta crisis, inevitablemente provoca un fuerete descenso de la demanda de servicios que ofrecemos a nuestros clientes. Pero esto no es lo importante. Tendriamos que fijarnos y actuar en un detalle que se nos esta pasando desapercivido. Lo peor de la crisis, es que nustros clientes, puedan llegar a acostumbrarse y aprender a prescindir de nuestros servicios. Cuantas veces un cliente nos han soltado en nuestra propia tienda la comidilla de "si llego a saber que hay que lavar esta prenda en seco, no me la compro". Si esta impresión se interioriza en el consumidor, en el momento en que vuelva a reflotar la economía, nuestro sector no despegará, y seguirá inmerso en una latente y permanente crisis, y esta ya no es global, sino estructural y sectorial.

Otro tópico que hemos de abordar en este momento, es el de número de prendas que nos traen los clientes por habitante y año.  Este es un dato, que va intimamente ligado a la educación y costumbres de los consumidores. Dichas costumbres, no siempre han de ir ligadas al componente de la necesidad, sino que en ellas también intervienen factores como la estética o el buen gusto, todos ellos factores educables.  Las empresas franquiciadoras barajaban en los proyectos de empresa que ofrecian a los potenciales compradores, la mágica cifra de 4 prendas por habitante y año.  Calibrando la población del barrio o ciudad en que instalaban la tienda, extrapolaban facilmente una cuentas de explotación espectaculares.  A este dato, se le añadía la comparación con paises de nuestro entorno. Los italianos, elegantes y presumidos, tienen buena costumbre del uso de la tintorería. Por ello ha llegado a haber hasta 15.000 tintorerías en Italia, que procesaban la más de 8 prendas que por habitante y año consumían los italianos de media. Lo mismo ocurría con los alemanes o suizos con un promedio de 7, o los franceses e ingleses con un promedio de uso de 6 prendas por habitante y año.

Si mezclamos convenientemente todos estos ingredientes en una coctelera, hacía presagiar un futuro prometedor para la tintorería. Pero a pesar del impacto comunicativo que en la segunda mitad de la decada de los 90 provocó la eclosión de las franquicias de tintorería, en la actualidad, nuestra expansión a perdido fuerza, nos estamos apagando. Las tintorerías ya no están en un primer frente informativo como consiguió la gran cantidad de recursos en imagen y comunicación que en su día emplearon las empresas franquiciadoras.  Recuerdo ciertas reflexiones que se hacían en circulos profesionales, en el sentido, que a pesar de la agresiva y brutal competencia, las franquicias habían sido una bendición para el sector. Habían conseguido, con su publicidad, aumnetar el uso de la tintorería, e inculcar en el pensamiento del comsumidor, la necesidad de delegar la limpieza de sus prendas a establecimientos especializados.

Este impulso, esta fuerza que hizo florecer el sector, hoy en día se ha desvasnecido, ya nadie hace nada, ya nadie se acuerda de la tintorería. Ya nadie invierte en una tintorería.  Las que quedan abiertas disponen de escasos recursos para renovar su parque de maquinaria, los posibles inversores no ven atractivo el sector, y de esta forma tanto tintoreros como sus empresas proveedoras van languideciendo.

Esta situación no puede seguir así.

Desde el privilegio que nos concede esta tribuna, vamos a mojarnos y tratar de esbozar un primer plan de acción de como consideramos que tendría que abordarse el problema para poder vislumbrar una aunque sea pequeñísima luz al final del tunel.

EL PAPEL DE LAS ASOCIACIONES

Pero no todos los intervinientes en nuestro sector han hecho los esfuerzos necesarios, ni en la misma medida. Los tintoreros, frecuentemente aislados, ensimismados en su trabajo y en muchas ocasiones carentes de información, han permanecido ausentes y poco participativos.  Las empresas proveedoras de las tintorerías si bien en muchisimas ocasiones han hecho grandes esfuerzos en promocionar la formación y en apoyar a las asociaciones y gremios, en muchos casos este esfuerzo cae en saco roto por la falta de un objetivo claro y por la falta de unidad de los colectivos que representan a los tintoreros, lo que les hace dudar de la efectividad de sus esfuerzos.

Llevamos muchos, quizá demasiados años en que los canales de comunicación entre las diferentes asociaciones y gremios de nuestro sector están cerrados.  Y este es un lujo que no nos podemos permitir.

Al mismo tiempo, existen asociaciones con unos medios muy precarios y con una mínima capacidad para involucrar a sus asociados en un proyecto ambicioso. Por otro lado, existen asociaciones fuertes y bien estructuradas, que caminan de por libre, y que no hacen nada para asumir el liderazgo necesario para arrastrar al resto a una mesa redonda de debate que aglutine a todos los colectivos en vista de proponer objetivos comunes.

 

BARBOUR

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