El mundo doméstico ha quedado relegado a un segundo plano. Las tareas del hogar no las quiere hacer nadie. Son ingratas e invisibles. Durante mucho tiempo estas tareas han sido consideradas como símbolos de esclavitud femenina. Ahora, las hacen los equipos electrónicos o una empleada (curiosa paradoja).
Felizmente, nos hemos librado de algunas labores rutinarias muy duras y una de las que se considera mas ingrata es la de la colada y la plancha.
En la actualidad existen un gran numero de establecimientos y servicios orientados ha hacernos la vida mas facil y comoda con unos costes muy asumibles. Los hay rapidos, economicos, a domicilio, profesionales, etc. que nos ofrecen un gran abanico de posibilidades de elección.
No tenemos tiempo, y el poco del que disponemos debemos de emplearlo con nosotros y con nuestra familia. Poco sentido tiene que despues del trabajo se llegue a casa para hacer mas trabajo, y que encima no sea precisamente de nuestro agrado.