Resistir es Vencer

 

Publiqué el siguiente escrito el 29 de enero de 2021 en la sala de Telegram, tras leer cómo el desánimo ha ido calando en casi todos nosotros.

Por un motivo meramente estacional, enero y febrero siempre han sido los peores meses para todas las tintorerías, pero este año se suma la terrible situación que la tercera ola de la pandemia nos está dejando.

Económicamente hablando, está claro que al final, resistir a esta pandemia no va a ser un sprint sino una carrera de fondo. Una maratón en toda regla.


Sobre el dormir bien

En el verano del 490 a. C. el ejército persa del poderoso Darío I, desembarcó en las playas de Maratón, una ciudad sita a 42km de Atenas.

Unos años antes, algunas ciudades griegas del Asia Menor se habían rebelado contra ese gran imperio y habían pedido ayuda a las ciudades de la península griega.

Atenas respondió a la llamada y envió a algunos hombres. Pero la rebelión resultó un fracaso y al poco tiempo las ciudades de Lidia, derrotadas, volvieron a estar bajo la bota de los persas y los atenienses volvieron a su ciudad.

Pero Darío ni olvidaba ni perdonaba y envió a su ejército a la Ática a ajustar cuentas pendientes. Y así llegó a Maratón.

El ejército de Darío era numeroso, profesional y experimentado en mil batallas. Los atenienses en cambio, eran tan solo una milicia ciudadana, muy inferiores en número y sin apenas experiencia.

No faltaron voces que anunciaran la derrota de los griegos, pero el desaliento, la depresión y la apatía no hicieron mella en sus corazones. Cinco días duró la batalla. Cinco días terribles. Cinco días de sangre, valor y miedo.

Muchos han sido los escritores que han tratado de explicar las inexplicables causas de la victoria griega y no seré yo quien pretenda descubrirlas. Algunos hablarán del tipo de armamento de los hoplitas, los guerreros griegos. Otros dirán que fue su táctica. Otros argumentarán que los griegos no ganaron, sino que fueron los persas los que perdieron.

Yo creo que los griegos ganaron porque no podían permitirse perder. Perder significaba la destrucción no solo de sus vidas, sino también de la de sus hijos, su familia, su ciudad, su cultura. Perder significaba desaparecer, ser arrastrado por el viento de la historia justo cuando aún estaban naciendo como civilización.

Nadie en esa época creía posible la victoria de los atenienses. Ni los persas que esperaban un paseo militar, ni los espartanos que no acudieron a la llamada de socorro de los atenienses, ni el resto del mundo antiguo que miraba atónito.

Pero Milcíades II, y los demás estrategos atenienses no tuvieron dudas. Resistir. Vencer. No había opción.

No sé si es porque el tiempo es relativo o porque al hacernos viejos nos acostumbramos a su inevitable transcurrir, el caso es que, con el tiempo, los años se vuelven cada vez más cortos.

Por eso resulta extraño, ya casi llevamos un año de pandemia y sin embargo éste se me está haciendo un año larguísimo.

Pero lo peor es el desánimo. Estoy cansado, apático, depresivo. Duermo mal. A pesar de ello, sé que hay lujos que no podemos permitirnos. Hay que resistir. Hay que vencer.


Tras los cinco días de lucha en las playas de Maratón, los persas, con muchas bajas, embarcaron de nuevo para dirigirse a Atenas y sorprender a la ciudad indefensa.

Pero Milcíades y los suyos no desfallecieron. Cuenta Herodoto, que viendo marchar las naves persas, el ejército griego marchó corriendo a toda prisa hasta Atenas y que cuando los persas llegaron con sus barcos ya estaban en ella los soldados griegos. Viéndola bien defendida, los persas dieron media vuelta y volvieron a Persia.

Puede que aún quede mucho para acabar con la pandemia. Las vacunaciones no van como nos han dicho que irían. La tercera ola parece no acabar nunca. Casi nada funciona bien. Pero una cosa es cierta: Llevamos mucho caminado, sí, pero aun no es tiempo de parar. Aún no.

No sé si hay que ir corriendo a Atenas, no sé si tenemos fuerzas para ello, pero no podemos sentarnos en la playa a ver como se alejan los barcos persas sin más.

Cada uno de nosotros tiene que buscar su estrategia. Hay unas cuantas. Incluso la que peor suena, la de bajar la persiana, también es una de ellas. Posiblemente la más difícil.

No será tarea fácil decidir qué vamos a hacer. Pero cuando nos decidamos por una opción, tenemos que apostar por ella y luchar por llevarla a cabo. No puede haber lugar para el desánimo. Resistir. Vencer.

Otra vez Herodoto, nos cuenta que los atenienses justo antes e la batalla, mandaron a un corredor de fondo de nombre Filípides con un mensaje para Esparta.

“Hombres de Esparta – decía el mensaje – los atenienses os piden ayuda y os ruegan que no permanezcáis de brazos cruzados mientras la ciudad más antigua de Grecia es aplastada y sometida por un invasor extranjero”.

Filípides recorrió los 246km que separaban Atenas de Esparta en tan solo dos días. Resulta una hazaña increíble, pero así lo escribió Herodoto tan solo 30 años después de los hechos. Es probable que fuera cierto.

Los Espartanos adujeron cuestiones religiosas y retrasaron su partida hacia Maratón varios días hasta encontrar el momento propicio según sus dioses. Cuando llegaron a la playa de la ciudad, la batalla ya había concluido.


La increíble carrera de Filípides, su increíble gesta propia de pasar a la historia, fue en vano.

A pesar de su persistencia y valor, su esfuerzo no sirvió de nada. Aun así, seguro que él podía dormir tranquilo.

No siempre luchar te lleva a la victoria, pero abandonarte al desaliento te lleva seguro a la derrota.

Cerrar una tienda significa perder solamente si lo vives como una derrota. Si eres capaz de afrontarlo como una nueva etapa entonces no has perdido.

Seguro que se siente rabia, pena, desaliento… es inevitable. Pero hay que continuar la lucha. Afrontar otros retos. Resistir. Vencer.

Hace mucho que no escribía una historia en la sala. Estamos cansados. No es un buen momento. Ni siquiera tenemos trabajos bonitos que mostrar a los colegas.

Cómo no tengo mucho trabajo en la tienda y sin embargo sí tengo muchas preocupaciones de esas que te hacen dormir poco y mal, me he buscado una tarea de pico y pala (literal).

Me paso las tardes cavando. Es cómo ir al gimnasio pero acabo más sucio. No gano un euro, pero llego a la noche tan cansado que me duermo ipso facto.

No es una gran estrategia, lo sé, pero el caso es no desfallecer, tener la cabeza ocupada y poder dormir. Al final, resistir es vencer.

Por último, sé que alguno pensará: ¡La historia de Filípides que has contado no es la que yo conocía! ¿Donde está lo del tipo que fue desde Maratón a Atenas corriendo 42 km, y que al llegar ante los Arcontes dijo eso de: ¡Alegraos, vencimos! y después, totalmente exhausto murió? ¿No era ese Filípides? ¿No se corren las Maratones actuales recordándolo?

Pues no.

Fue Luciano de Samósatra en el siglo II o sea más de 600 años después, quien escribió la historia de la carrera de Maratón de Filípides y su súbita muerte. Luciano fue quien inventó el mito devolviendo en parte a Filípides, el mejor corredor de fondo de la historia, a la historia.

Al final lo que la historia cuente de nosotros no tendrá nada que ver con la realidad. Todo será inventado. Lo importante es que lo que hagamos nos permita dormir por las noches.

 

BARBOUR

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