Cuando en todo el continente europeo se inica la etapa de desescalada y vuelta a la nueva normalidad, las directrices sanitarías y protocolos de prevención marcarán durante un dilatado periodo de tiempo la forma en que se desarrollarán muchas de las actividades económicas y comerciales.
Después de probarnos una prenda de vestir en una tienda, ésta deberá ponerse en cuarentena un periodo de tiempo, al entrar en cada establecimiento deberemos desinfectarnos las manos, se ha de limpiar el datafono de cobro cada vez que un cliente marque su clave, se han de desinfectar los pomos de las puertas cada vez que alguien los toque, no puede entrar una persona en el establecimiento hasta que no salga la que está dentro, etc. etc. etc.
Todas estas, son medidas que vamos a tener que ir adaptando e implantado en todos los establecimientos comerciales y como no podría ser de otra forma también en las tintorerías y lavanderías.
Los profesionales al frente de nuestras tintorerías y lavanderías son muy conscientes de ello y ya han empezado de forma generalizada a implementar toda una seríes de acciones y protocolos de trabajo para dotar de la máxima seguridad tanto a los clientes como al propio personal de los establecimientos. Todo ello es posible porque en cada establecimiento hay un determinado número de personas, propietaria, dependientas, planchadoras, etc, que pueden garantizar que esas acciones se desarrollan efectivamente.
¿Pero que ocurre con el sinfín de lavanderías de autoservicio que han aparecido como por arte de magia por toda la geografia de nuestro país?