Ibon Linacisoro, director de Interempresas
En España hay 47.190.493 habitantes. Según datos recientes, publicados a final de enero, el número de ocupados se sitúa en 17,8 millones. Parecen pocos, la verdad, así a simple vista. Los 17,8 millones de trabajadores que a día de hoy tienen un salario a final de mes tienen a su cargo a 2,7 personas. Realmente, a unos les tocarán 2 personas y a otros 3. Es más fácil hacerlo así que partir a humanos para que te den justo ese 0,7 de persona a sumar a las dos que ya alimentas y vistes. Entonces, decíamos, cuando a final de mes uno recibe su salario tiene que pensar en sí mismo y en esas 2 ó 3 personas más que tiene a su cargo. A esto hay que añadirle otro dato. La plantilla del conjunto de las Administraciones Públicas se situó en el último trimestre de 2011 en los 3,16 millones de personas. Teniendo en cuenta que a éstos también les pagamos entre todos, podría decirse que los currantes vulgaris, rara avis en peligro de extinción que viene a referirse a humanos que prestan su servicio en una empresa pequeña, tienen todavía más presión sobre sus espaldas.
Si, como se ha dicho, en 2012 se perderán de nuevo más de 600.000 empleos, tocará exprimir aún más a los afortunados empleados. A esto se sumará que se les pedirá un esfuercito más. Por un lado en sus empresas, que aprenderán del señor de Mercadona y su célebre frase: “Hay que imitar la cultura del esfuerzo con la que trabajan los 7.000 bazares chinos en España”. Por otro lado, seguro que al Estado se le ocurre alguna idea para que los empleados, faltaba más, sean solidarios y compartan lo suyo con esas 2,7 personas, que a final de año ya serán unas 3. Esto no siempre es justo. Una vez conocí a un 0,7 de persona que, la verdad, no se merecía que yo le ayudara, pero también es cierto que no estoy seguro de si ese 0,7 estaba bajo mi responsabilidad o si le tocaba a otro empleado. El caso es que el futuro más inmediato deja a las claras que se acabó la paz. No habrá paz para los currantes, se acabó el cafecito a media mañana, el escaqueo por un catarro leve… No sólo no nos dejarán sino que estarán, lo están ya, considerados como actos de verdadera falta de solidaridad con la dramática realidad del desempleo. No habrá paz, nos pedirán patrocinar eventos deportivos, pagar más de nuestros impuestos, aceptar la subida de la gasolina, hacer excursiones con nuestros 2,7 apadrinados para elevar su autoestima… El lujo de tener un empleo será penado por la vía material (llámese “exprimir al que tiene salario”) y por la psicológica, porque no habrá trabajador que no se sienta todo un canalla cuando el domingo por la mañana tome un aperitivo en una terraza prohibitiva.
Si por un casual esta reflexión llegara a una persona con empleo, quisiera transmitirle desde aquí mi apoyo incondicional (psicológico, claro, que ya pago lo mío al 2,7 citado). No habrá paz para los currantes, amigo mío, pero no estás solo, hay más gente como tú. Búscalos.