La Gran Tintorería España de Santiago de Compostela

Un siglo atrás, cuando el fondo de armario solo guardaba telarañas y el «prêt à porter» ni se soñaba, el vestido de fiesta o el traje hecho a medida duraban toda la vida. La ropa se reciclaba constantemente: la más tosca se remendaba en casa y la más fina, llegada la ocasión festiva o luctuosa, se llevaba a la tintorería. 

Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que lo que hoy son los edificios que componen el Ensanche de Santiago eran leiras con alguna que otra vivienda y varias industrias situadas en medio de grandes espacios vacíos. Estaba la famosa Fábrica da Luz, el garaje Núñez, otro de los negocios históricos de la ciudad, en tiempos en los que los coches eran un lujo al alcance de muy pocos. Y también tenía su sede en lo que hoy es la rúa Xeneral Pardiñas, uno de los establecimientos más emblemáticos de la ciudad, la famosa tintorería España. Rodeada de espacios verdes, como se aprecia en la fotografía, y que todavía, en otra ubicación, continúa su actividad en la ciudad. Allí acudían muchos hoteles y restaurantes, y también muchos particulares. Además, eran los tiempos en los que los lutos eran rigurosos, y ante un fallecimiento era necesario disponer de ropa negra a la mayor brevedad posible. Luego el Ensanche se fue poblando de viviendas, o de sociedades como el Aero Club, que por estos mismos terrenos fue donde instaló su actual sede social.
Y así fue como, durante nueve décadas, cientos de miles de prendas entraron en los talleres de la Gran Tintorería España -fundada por Antonio Pérez Gantes en 1915- para su limpieza, planchado o teñido.
 
A Bernardo Pérez Groves se le torció la fortuna al despuntar el siglo XX, incluido el fracaso de la fábrica de salazón que intentó sacar adelante en la playa coruñesa de San Diego, y sus descendientes tuvieron que buscarse la vida fuera del negocio familiar. Su yerno Alfredo Rivas Smith, recién casado con su hija Consuelo, se embarcó con destino a las Canarias en 1907, se estableció en Las Palmas y un año después montó allí la Tintorería París. Y su único hijo varón, Antonio Pérez Gantes, siguió el mismo rumbo poco después, aprendió el oficio en los talleres de su cuñado y a su regreso fundó la Gran Tintorería España, en Santiago de Compostela.
 
La diosa Fortuna volvió a sonreír a la familia. Alfredo Rivas Smith, cuyo establecimiento contaba con tren de lavado en seco, línea de producción de tintes y sistema de planchado eléctrico, se convirtió en el pionero de la tintorería a gran escala en las islas. Antonio Pérez Gantes, cuyos talleres no iban a la zaga de los canarios en equipamiento técnico, expandió su industria por toda Galicia y aún hoy, un siglo después, algún establecimiento del sector -la Tintorería Iglesias, en Carballo, por ejemplo- sigue regentado por sus descendientes.
 
Puede conocer más sobre los origenes de esta familia de Tintoreros en el siguiente articulo: HIJA Y NIETA DE TINTOREROS
 
DE LUTO EN 24 HORAS
 
La Gran Tintorería España abrió sus puertas mientras los cañones de la Primera Guerra Mundial atronaban en Europa. Inicialmente sus instalaciones fabriles estaban emplazadas en la calle San Roque y la recepción y entrega de prendas se realizaba en un local de la plazuela de Feijoo. Poco después de la apertura, Antonio Pérez Gantes contrae matrimonio con Clara Iglesias Moreno, puntal decisivo en la marcha ascendente del emporio en ciernes. Para entonces, el establecimiento presta servicios de «limpieza higiénica en seco», «teñidos de todos los colores», «limpieza de guantes» y «quitamanchas en toda clase de prendas».
 
 
Tampoco se olvida, en una ciudad poblada de clérigos, de las prendas ornamentales: la casa se ofrece tanto a restaurar una casulla como a asear una estola, siempre con esmero y buen precio, pues la «perfección y economía en todos los trabajos» constituye su divisa.La muerte constituía una aliada fiel del negocio.
 
Cada vez que llamaba a una puerta, todo el ropero de la familia viajaba al tinte. De ahí, el reclamo más socorrido de la Gran Tintorería España en su primera etapa: «Negro especial para lutos en 24 horas». La enorme mortandad causada por la epidemia de gripe de 1918 contribuyó, sin duda, a aumentar la clientela. La plaga contribuyó también a incrementar las ventas de «lejía electrolítica La Pastora», el hipoclorito de sodio que fabricaban los hermanos Pérez Doldán en A Coruña y distribuía Antonio Pérez Gantes, en exclusiva, en la zona de Santiago. Costaba el litro de desinfectante 25 céntimos, aunque los fabricantes, en aquel aciago 1918, repartían gratuitamente 50 litros diarios para frenar la propagación de la gripe.
 
A principios de los años veinte, los talleres de la Gran Tintorería España se trasladan a un edificio de fachada modernista, emplazado en el camino a Ramírez -hoy, la calle General Pardiñas- y proyectado en 1919 por el arquitecto municipal Mariano Fernández Ragel. Dicen los cronistas locales que la sirena de aquella fábrica y los humos de su gigantesca chimenea marcaron, durante décadas, las sístoles y diástoles del Ensanche compostelano.
 
CASA DE BAÑOS
 
El negocio funciona y la empresa se expande, más allá de la órbita compostelana, con la apertura de sucursales en las principales poblaciones de Galicia. Su titular, entretanto, busca la manera de aprovechar la enorme cantidad de vapor que genera su fábrica. Y da con la solución: la instalación de un balneario. Nace así, en un anexo construido en la espalda de los talleres, la casa de baños El Cisne. Inaugurada en mayo de 1927, la casa de baños viene a paliar la carencia de medios higiénicos que padece Santiago. Un problema, dice El Pueblo Gallego, «resuelto de una manera bien, de un modo satisfactorio y además sugestivo».
 
La publicidad del nuevo establecimiento, que promete «severa desinfección y limpieza», anima a los compostelanos a sumergirse en sus aguas caldeadas: «¡A bañarse, pues, todo el año, como lo hacen las razas fuertes!». Y deja patente, al mismo tiempo, la fecunda integración entre las dos industrias de Pérez Gantes: «Mientras usted limpia la piel en la casa de baños El Cisne, se le limpia su traje en la Gran Tintorería España, con lo que sale usted hecho un pimpollo, vigoroso de cuerpo y elegante de ropa». Servicio completo.
 
El Cisne desplegaba sus alas todos los día del año, de siete de la mañana a nueve de la noche. El baño costaba 2 pesetas y la ducha 1,50, tarifas que se reducían en 50 céntimos si se renunciaba al jabón y al uso de toalla, y otro tanto si se adquiría un bono válido para diez sesiones. El establecimiento permaneció abierto durante no menos de veinte años.
 
CIERRE EN EL SIGLO XXI
 
Al tiempo que gestiona su red de tintorerías, Antonio Pérez Gantes participa activamente en la vida social compostelana. Directivo destacado del Círculo Mercantil e Industrial ya en tiempos de Primo de Rivera, preside el Aero-Club Compostela y el Club Santiago de fútbol en la posguerra civil. Desconozco la fecha exacta de su fallecimiento, pero en 1965 aún seguía en activo. Su principal creación, la Gran Tintorería España, alcanzó el siglo XXI. La persiana la bajó, en junio del 2004, su hijo Octavio Pérez Iglesias.
 
 
Articulo extraido del periodico de La Voz de Galicia la voz de galicia

 

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