Intrusismo en el sector de las tintorerias

A raiz de una queja realizada por un colega el 4 de febrero de 2021, intento ahondar en el concepto de intrusismo y en las razones que nos llevan a compartir nuestras experiencias en el grupo de Telegram. 


 

 

Hace unos días Josep nos mostró una conversación en la que otro tintorero le decía que se sentía molesto por lo que hacemos en el grupo de Telegram: compartir conocimientos entre colegas de forma gratuita. En particular le molestaban dos aspectos: Que lo hagamos de forma altruista, y que fomentemos el intrusismo, o sea, que compartamos conocimientos con intrusos.

Lo primero que sentí al leer sus argumentos fue sorpresa, me sorprendió que nuestra actividad le molestara.

Lo segundo que sentí fue rechazo, no me gustaron sus argumentos, me parecieron cerrados, obsoletos.

A partir de ahí dejé de sentir y me puse a pensar.

Pensé que era bueno que alguien molesto por nuestras acciones pudiera expresar su opinión. Sé muy bien que no es fácil pensar diferente, no es fácil estar en minoría. Por tanto agradecí que expresara su malestar aunque lo hiciera en una charla privada.

Lo segundo que pensé es que yo no compartía sus ideas en absoluto. Ni las referentes al altruismo, ni las referentes al intrusismo. Pero no pude dejar de darle vueltas a ambos temas.

Los actos de cada persona son fruto de sus propias experiencias vitales, de la familia que le ha tocado, de la suerte que ha tenido, de las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida. Nuestras motivaciones son complejas y los porqués no son algo obvio, hay que rebuscar en nuestro interior para encontrarlos.

Conócete a ti mismo decía la inscripción que podías ver en la entrada del templo de Apolo en Delfos y que Sócrates tomó como resumen de toda la filosofía.

Me hice pues la pregunuta: ¿Por qué?¿Por qué no estoy de acuerdo con el colega que se siente molesto?

 

Desde 2009 me dedico a una actividad ajena a la tintorería, actividad que hago por amor al arte, y en la que junto con otras personas, invertimos muchas horas y mucho esfuerzo (pero muchas muchas horas y si no, preguntadle a mi mujer). Esa actividad que nos apasiona es la organización de Copas y Campeonatos del Mundo de Eslalon Olímpico en Aguas Bravas.

 No lo hacemos por dinero, nuestras motivaciones son otras y son todas confesables.

Pertenezco a una comunidad pequeña, vivo en un pueblo de unas 80 personas y en toda la comarca hay tan solo unos 20.000 habitantes. Es por ello que nuestra pasión, la del eslalom olímpico, acaba afectando en cierta manera a toda la comarca.

Por poner un ejemplo: el Campeonato del Mundo de 2019 aportó de forma indirecta entre 4M y 5M de euros a la economía local. Dinerito que dejaron los participantes y visitantes al evento en bares, hoteles, panaderías y negocios de los alrededores. Dinero que al final, acaba beneficiando a todos.

Esto del eslalon ya existía aquí antes de que yo apareciera. Y cuando yo ya no esté seguirá existiendo. Yo tan solo llevo el testigo un rato. Formo parte de un grupo de personas orgullosas de dedicar algo de su tiempo en beneficio de la comunidad. No somos especiales, tan solo nos gusta el piragüismo y divertirnos creando, ayudando y sobre todo aprendiendo.

A ninguno de los que estamos en este fregado nos aplauden cuando vamos por la calle. Ni falta que hace. Pero, aunque os pueda parecer increíble, sí que hay vecinos que están en contra. No muchos, pero los hay. Y en ocasiones nos lo dicen, nos dan sus razones y me parece bien. Es su libertad.

Siempre habrá gente a las que les moleste lo que hagas. Sea lo que sea. Incluso que consigas atraer millones de euros a la comarca. Sus prioridades deben de ser otras. Sus intereses van en otra dirección.

Pero lo novedoso en el caso del tintorero molesto, es que lo que le molesta es que lo hagamos gratis.

Es una forma de pensar muy mercantilista. Una cosa es buena solo si obtienes una contraprestación monetaria. Creo que es una manera muy limitada de pensar pero conozco a personas que piensan así.

Se supone que ser altruista es ser desinteresado, pero no estoy de acuerdo con ello. Creo que al realizar acciones altruistas perseguimos conseguir una serie de valores positivos que, a modo de recompensa no monetaria, nos devuelvan un interés. Conseguir justicia, bienestar, conocimiento o felicidad aunque sea en beneficio de terceros puede ser suficiente recompensa. Y si además formamos parte del colectivo beneficiado, aún mejor.

Me gusta pensar que somos altruistas no por nada, sino para obtener una contraprestación positiva no económica. Ya sabéis, lo de mejorar los 50 metros a nuestro alrededor. Pero aunque solamente lo hiciéramos por orgullo, vanidad o notoriedad, ¿significaría que sería mejor dejar de hacerlo? Que cada uno se responda a esa pregunta.

  

Soy tintorero desde mucho antes de nacer. Mi abuelo y sus hermanos aprendieron a golpe de calcetín trabajando duro en una gran tintorería de Barcelona. Años después lograron montar las suyas propias. No fue nada fácil. Nunca lo es. En cambio, mis padres aprendieron en casa, lo mismo que mi mujer y yo. Nunca fui ajeno a la tintorería. Para mi, casa y tintorería eran casi sinónimos. O sea que los “intrusos” fueron mi abuelo y sus hermanos, en cambio mis padres y nosotros ya tenemos pedigrí. Marchamo de calidad. Somos tintoreros de pata negra.

El intrusismo en la tintorería no es un tema nuevo. Consultando publicaciones históricas del sector podemos encontrar interés por el asunto a lo largo del tiempo. Un ejemplo es el artículo publicado en número 77 de la revista La Tintorería y firmado por Emilio Martinal en junio de 1936. En el mismo puede leerse una frase interesantísima: lo que afeamos en los intrusos, lo vemos a diario hasta entre los tintoreros asociados. Sí, ha pasado casi un siglo desde que se escribieran esas palabras. ¡Quién lo diría!

Pero, ¿Qué es el intrusismo?

  

Intrusismo

Ejercicios de actos profesionales por quien carece del título oficial o académico que lo autoriza al mismo.

 

 De la definición del diccionario se deduce que solamente puede haber intrusismo en aquellas profesiones en la que es necesario poseer alguna titulación oficial o académica para poder ejercerlas. Por tanto en nuestra actividad, en la que no existe tal requisito, no existiría el intrusismo propiamente dicho.

Entonces ¿de qué llevamos un hablando un siglo?

Para mí es obvio que existe el intrusismo en nuestro sector. Desde siempre. Pero yo entiendo el intrusismo de una forma ligeramente diferente.

No creo que sean intrusos aquellos que empiezan una nueva etapa en su vida montando una tintorería, siempre con mucho esfuerzo, tengan la formación que tengan. No tiene que ver ni con patas blancas ni con patas negras.

El intrusismo en nuestro sector está por ejemplo en aquellas empresas que descubren un filón vendiendo franquicias a gente totalmente desinformada. Personas engañadas que creen que hacen un buen negocio invirtiendo todo lo que tienen en unas máquinas carísimas y en un logotipo estupendo, sin saber que la tintorería no es un negocio, sino un oficio que no se aprende en un cursillo de 15 días.

Intrusismo en la tintorería son las empresas que promueven sistemas de explotación del negocio que incluyen el reventar los precios. Sabiendo que es imposible mantener a lo largo del tiempo ese concepto de negocio.

Intrusismo es trabajar en negro, sin emitir facturas y sin declarar prácticamente nada, obteniendo automáticamente un enorme porcentaje de ventaja. Entre el IVA y la renta hablamos como poco del 40% respecto a los demás colegas. ¡Menudo chollo!

El intrusismo al fin y al cabo es una forma desleal de competencia.

Por eso hay que preguntarse: ¿Qué hay de desleal en alguien que intenta simplemente entrar en un sector arriesgando su capital, poniendo su sudor, y en definitiva jugando con las mismas reglas que los demás? Ya os digo yo que hay de desleal: Nada.

  

Por último me pregunté porqué alguien puede molestarse por las actividades que desarrollamos en el grupo de Telegram. Compartir conocimientos, apoyarnos, escucharnos, ¿Cómo puede ser malo eso?

Solo quién piense que su negocio pueda verse de alguna manera amenazado por nuestros actos puede creer eso. Es como si a un médico le molestase que se enseñe medicina en la facultad, o como si los albañiles no quisieran que los peones aprendieran en oficio. No me los imagino trabajando a escondidas para que nadie sepa cómo se hace una pared de ladrillos.

Ferrán Adriá, pertenece a un sector no colegiado lo mismo que el nuestro. No era de familia de cocineros, no estudió en ninguna escuela de cocina, no tenía titulación alguna. Pero pudo montar su restaurante, su escuela de cocina, su fundación. ¡Pudo llegar a ser el mejor cocinero del mundo! ¿Alguien se atreve a llamarle intruso? ¿O por el contrario, todos sus colegas han de darle las gracias por elevar (y de qué manera) el nivel de profesionalidad de todo el sector?

Personalmente prefiero formar parte de un sector con un alto nivel de profesionalidad, ética y prestigio. Un sector donde sepamos nuestro oficio. Un sector donde no oigamos a colegas respondiendo verdaderas barbaridades a sus clientes, fruto únicamente de una persistente falta de formación.

No somos un centro de formación ni lo pretendemos. Pero actualmente tenemos herramientas que nos acercan a los demás. Herramientas con las que podemos compartir información. Pensar que compartir conocimientos puede ser nocivo para nuestro negocio es no entender donde estamos. Vivimos en la era de la comunicación, es la que nos ha tocado vivir. Pero podemos escoger. Podemos formar parte o quedarnos fuera.

 

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